Primera detección de ondas de radio de la explosión en supernova de una estrella enana blanca
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El conjunto BlackGEM, compuesto por tres nuevos telescopios ubicados en el Observatorio La Silla de ESO, ha comenzado a operar. Los telescopios monitorizarán los cielos del sur para detectar los eventos cósmicos que producen ondas gravitacionales, como las fusiones de estrellas de neutrones y agujeros negros.
Algunos eventos cataclísmicos que tienen lugar en el Universo, como la colisión de agujeros negros o estrellas de neutrones, crean >ondas gravitacionales, ondulaciones en la estructura del tiempo y el espacio. Observatorios como LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory, Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser) y el interferómetro Virgo, están diseñados para detectar estas perturbaciones. Pero no pueden determinar su origen con mucha precisión ni ver el brillo fugaz que resulta de las colisiones entre estrellas de neutrones y agujeros negros. BlackGEM se dedica, utilizando luz visible, a escanear rápidamente grandes áreas del cielo para captar con precisión las fuentes de ondas gravitacionales.
"Con BlackGEM pretendemos ampliar el estudio de estos eventos cósmicos empleando tanto las ondas gravitacionales como la luz visible", afirma Paul Groot, de la Universidad de Radboud (Países Bajos), investigador principal del proyecto. "La combinación de ambas nos proporciona mucha más información sobre estos eventos que el estudio de una sola de ellas".
Al detectar tanto las ondas gravitacionales como sus contrapartes visibles, la comunidad astronómica puede confirmar la naturaleza de las fuentes de ondas gravitacionales y determinar sus ubicaciones de forma precisa. El uso de luz visible también permite realizar observaciones detalladas de los procesos que ocurren en estas fusiones, como la formación de elementos pesados como el oro y el platino.
Hasta la fecha, sin embargo, solo se ha detectado una contraparte visible de una fuente de ondas gravitacionales. Además, ni siquiera los detectores de ondas gravitacionales más avanzados, como LIGO o Virgo, pueden identificar con precisión sus fuentes de origen. En el mejor de los casos, pueden reducir la ubicación de una fuente a un área de aproximadamente 400 lunas llenas en el cielo. Utilizando luz visible, BlackGEM escaneará eficientemente regiones tan grandes a una resolución lo suficientemente alta como para localizar, de manera sistemática, fuentes de ondas gravitacionales.
Los tres telescopios que componen BlackGEM fueron construidos por un consorcio de universidades: la Universidad de Radboud, la Escuela de Investigación de Astronomía de los Países Bajos y KU Leuven, en Bélgica. Los telescopios tienen cada uno 65 centímetros de diámetro y pueden estudiar diferentes áreas del cielo simultáneamente. La colaboración tiene como objetivo final expandir el conjunto a 15 telescopios, mejorando aún más su cobertura de escaneo. BlackGEM se encuentra ubicado en el Observatorio La Silla de ESO, en Chile, lo que lo convierte en el primer conjunto de este tipo en el hemisferio sur.
"A pesar del modesto espejo primario de 65 centímetros, alcanzamos la misma profundidad que otros proyectos con espejos mucho más grandes, ya que aprovechamos al máximo las excelentes condiciones de observación en La Silla", declara Groot.
Una vez que BlackGEM identifica con precisión una fuente de ondas gravitacionales, telescopios más grandes como el Very Large Telescope o el futuro Extremely Large Telescope, ambos de ESO, pueden llevar a cabo detalladas observaciones de seguimiento, que ayudarán a arrojar luz sobre algunos de los eventos más extremos del cosmos.
Además de su búsqueda de las contrapartes ópticas de las ondas gravitacionales, BlackGEM también realizará estudios del cielo del sur. Sus operaciones están totalmente automatizadas, lo que significa que la matriz puede encontrar y observar rápidamente eventos astronómicos "transitorios", que aparecen repentinamente y se desvanecen rápidamente. Esto dará a la comunidad astronómica una visión más profunda de los fenómenos astronómicos de corta duración, como las supernovas, las enormes explosiones que marcan el final de la vida de una estrella masiva.
"Gracias a BlackGEM, La Silla ahora tiene el potencial de contribuir de forma importante a la investigación de fenómenos transitorios", afirma Ivo Saviane, gerente del Observatorio La Silla de ESO. "Esperamos que este proyecto aporte numerosos resultados destacados, lo cual ampliará el impacto del observatorio tanto para la comunidad científica como para el público en general".
Están implicados en el consorcio BlackGEM: NOVA (Netherlands Research School for Astronomy, la Escuela de Investigación de Astronomía de los Países Bajos, una alianza nacional holandesa en astronomía entre la Universidad de Amsterdam, la Universidad de Groningen, la Universidad de Leiden y la Universidad de Radboud); Universidad de Radboud, Países Bajos; KU Leuven, Bélgica; el Instituto Weizmann, la Universidad Hebrea de Jerusalem y la Universidad de Tel Aviv, Israel; la Universidad de Manchester y el Observatorio y Planetario de Armagh, Reino Unido; la Universidad Texas Tech, la Universidad de California en Davis y el Observatorio Las Cumbres, EE.UU.; la Universidad de Potsdam, Alemania; la Universidad Técnica Danesa, Dinamarca; la Universidad de Barcelona, España; y la Universidad de Valparaíso, Chile.
El Observatorio Europeo Austral (ESO) pone a disposición de la comunidad científica mundial los medios necesarios para desvelar los secretos del Universo en beneficio de todos. Diseñamos, construimos y operamos observatorios de vanguardia basados en tierra -utilizados por la comunidad astronómica para abordar preguntas emocionantes y difundir la fascinación por la astronomía- y promovemos la colaboración internacional en astronomía. Establecida como organización intergubernamental en 1962, hoy ESO cuenta con el apoyo de 16 Estados Miembros (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza), junto con Chile, país anfitrión, y con Australia como socio estratégico. La sede de ESO y su planetario y centro de visitantes, el ESO Supernova, se encuentran cerca de Múnich (Alemania), mientras que el desierto chileno de Atacama, un lugar maravilloso con condiciones únicas para observar el cielo, alberga nuestros telescopios. ESO opera tres sitios de observación: La Silla, Paranal y Chajnantor. En Paranal, ESO opera el Very Large Telescope junto con su interferómetro VLTI (Very Large Telescope Interferometer), y telescopios de rastreo como VISTA. También en Paranal, ESO albergará y operará el Cherenkov Telescope Array South, el observatorio de rayos gamma más grande y sensible del mundo. En Chajnantor, junto con socios internacionales, ESO opera ALMA, una instalación que observa los cielos en el rango milimétrico y submilimétrico. En Cerro Armazones, cerca de Paranal, estamos construyendo "el ojo más grande del mundo para mirar el cielo": el Telescopio Extremadamente Grande de ESO (ELT, Extremely Large Telescope). Desde nuestras oficinas en Santiago (Chile), apoyamos el desarrollo de nuestras operaciones en el país y nos comprometemos con los socios chilenos y con la sociedad chilena.
Las traducciones de las notas de prensa de ESO las llevan a cabo miembros de la Red de Divulgación de la Ciencia de ESO (ESON por sus siglas en inglés), que incluye a expertos en divulgación y comunicadores científicos de todos los países miembros de ESO y de otras naciones.
El nodo español de la red ESON está representado por J. Miguel Mas Hesse y Natalia Ruiz Zelmanovitch.
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11 de Mayo de 2023
Utilizando el telescopio VISTA (Visible and Infrared Survey Telescope for Astronomy) de ESO, un equipo de astrónomos y astrónomas ha creado un vasto atlas infrarrojo de cinco viveros estelares cercanos mediante la recopilación de más de un millón de imágenes. Estos grandes mosaicos revelan la presencia de estrellas jóvenes en formación embebidas en gruesas nubes de polvo. Gracias a estas observaciones, la comunidad astronómica tiene ahora una herramienta única con la que descifrar el complejo rompecabezas del nacimiento estelar.
"En estas imágenes podemos detectar incluso las fuentes de luz más débiles, como estrellas mucho menos masivas que el Sol, revelando objetos que nadie ha visto antes", afirma Stefan Meingast, astrónomo de la Universidad de Viena (Austria) y autor principal del nuevo estudio publicado hoy en Astronomy & Astrophysics. “Esto nos permitirá comprender los procesos que transforman el gas y el polvo en estrellas".
Las estrellas se forman cuando las nubes de gas y polvo colapsan bajo su propia gravedad, pero aún no tenemos todos los detalles de cómo sucede este proceso. ¿Cuántas estrellas nacen de una nube? ¿Cómo son de masivas? ¿Cuántas estrellas también tendrán planetas?
Para responder a estas preguntas, el equipo de Meingast sondeó cinco regiones cercanas de formación estelar con el telescopioVISTA, instalado en el Observatorio Paranal de ESO, en Chile. Usando la cámara infrarroja VIRCAM, de VISTA, el equipo captó la luz procedente de las profundidades de las nubes de polvo."El polvo oscurece estas estrellas jóvenes, haciéndolas prácticamente invisibles a nuestros ojos. Solo en longitudes de onda infrarrojas podemos penetrar en las profundidades de estas nubes y estudiar las estrellas en formación", explica Alena Rottensteiner, estudiante de doctorado también en la Universidad de Viena y coautora del estudio.
El sondeo, llamado VISIONS, observó regiones de formación estelar en las constelaciones de Orión, Ofiuco, Camaleón, Corona Australis y Lupus. Estas regiones están a menos de 1.500 años luz de distancia y son tan grandes que abarcan un área enorme en el cielo. El diámetro del campo de visión de VIRCAM es tan ancho como tres lunas llenas, lo que lo hace especialmente adecuado para mapear estas regiones inmensamente grandes.
El equipo obtuvo más de un millón de imágenes durante un período de cinco años. Las imágenes individuales se juntaron en los grandes mosaicos mostrados aquí, revelando vastos paisajes cósmicos. Estas detalladas panorámicas presentan manchas oscuras de polvo, nubes brillantes, estrellas recién nacidas y las estrellas de fondo distantes de la Vía Láctea.
Dado que las mismas áreas se observaron repetidamente, los datos de VISIONS también permitirán a la comunidad astronómica estudiar cómo se mueven las estrellas jóvenes. "Con VISIONS monitoreamos estas estrellas bebé durante varios años, lo que nos permite medir su movimiento y aprender cómo salen de sus nubes madres", explica João Alves, astrónomo de la Universidad de Viena e investigador principal de VISIONS. Esto no resulta sencillo, ya que el cambio aparente de estas estrellas visto desde la Tierra es tan pequeño como el ancho de un cabello humano visto desde 10 kilómetros de distancia. Estas mediciones de los movimientos estelares complementan las obtenidas por la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea en longitudes de onda visibles, donde las estrellas jóvenes están ocultas por gruesos velos de polvo.
El atlas VISIONS mantendrá ocupada a la comunidad astronómica durante los próximos años. "Esto tiene un gran valor de larga duración para la comunidad astronómica, y es el motivo por el cual ESO promueve sondeos públicos como VISIONS", declara Monika Petr-Gotzens, astrónoma de ESO en Garching (Alemania), y coautora de este estudio. Además, VISIONS sentará las bases para futuras observaciones con otros telescopios como el Extremely Large Telescope (ELT) de ESO, actualmente en construcción en Chile, y que comenzará a operar a finales de esta década. "El ELT nos permitirá acercarnos a regiones específicas con un detalle sin precedentes, dándonos una vista en primer plano nunca antes vista de estrellas individuales que ahora mismo están formándose allí", concluye Meingast.
Este trabajo de investigación se ha presentado en el artículo “VISIONS: The VISTA Star Formation Atlas”, que aparece en la revista Astronomy & Astrophysics (doi: 10.1051/0004-6361/202245771)
El equipo está formado por Stefan Meingast (Universidad de Viena, Austria [Vienna]), João Alves (Vienna); Hervé Bouy (Universidad de Burdeos, Francia [Bordeaux]); Monika G. Petr-Gotzens (Observatorio Europeo Austral, Alemania [ESO]); Verena Fürnkranz (Instituto Max-Planck de Astronomía, Alemania [MPIA]]); Josefa E. Großschedl (Vienna): David Hernández (Vienna); Alena Rottensteiner (Vienna); Joana Ascenso (Universidad de Oporto, Portugal [Porto]; Universidad de Lisboa, Portugal [Lisboa]); Amelia Bayo (ESO; Universidad de Valparaíso, Chile); Erik Brändli (Vienna); Anthony G. A. Brown (Universidad de Leiden, Países Bajos); Jan Forbrich (Universidad de Hertfordshire, Reino Unido [Hertfordshire]); Alyssa Goodman (Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica, EE.UU. [CfA]); Álvaro Hacar (Vienna); Birgit Hasenberger (Vienna); Rainer Köhler (Conjunto CHARA de la Universidad del Estado de Georgia, EE.UU.); Karolina Kubiak (Lisboa); Michael Kuhn (Hertfordshire); Charles Lada (CfA); Kieran Leschinski (Vienna); Marco Lombardi (Universidad de Estudios de Milán, Italia); Diego Mardones (Universidad de Chile, Chile); Núria Miret-Roig (Agencia Espacial Europea, Centro de Tecnología e Investigación Espacial, Países Bajos [ESA]); André Moitinho (Lisboa); Koraljka Mužiiić (Porto; Lisboa); Martin Piecka (Vienna); Laura Posch (Vienna); Timo Prusti (ESA); Karla Peña Ramírez (Universidad de Antofagasta, Chile); Ronny Ramlau (Universidad Johannes Kepler de Linz, Austria; Instituto Johann Radon de Matemáticas Computacionales y Aplicadas, Austria); Sebastian Ratzenböck (Vienna; Red de Investigación de Ciencia de Datos en Uni Vienna); Germano Sacco (INAF – Observatorio Astrofísico de Arcetri, Italia); Cameren Swiggum (Vienna); Paula Stella Teixeira (Universidad de St Andrews, Reino Unido); Vanessa Urban (Vienna); Eleonora Zari (MPIA); y Catherine Zucker (Bordeaux).
El Observatorio Europeo Austral (ESO) pone a disposición de la comunidad científica mundial los medios necesarios para desvelar los secretos del Universo en beneficio de todos. Diseñamos, construimos y operamos observatorios de vanguardia basados en tierra -utilizados por la comunidad astronómica para abordar preguntas emocionantes y difundir la fascinación por la astronomía- y promovemos la colaboración internacional en astronomía. Establecida como organización intergubernamental en 1962, hoy ESO cuenta con el apoyo de 16 Estados Miembros (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza), junto con Chile, país anfitrión, y con Australia como socio estratégico. La sede de ESO y su planetario y centro de visitantes, el ESO Supernova, se encuentran cerca de Múnich (Alemania), mientras que el desierto chileno de Atacama, un lugar maravilloso con condiciones únicas para observar el cielo, alberga nuestros telescopios. ESO opera tres sitios de observación: La Silla, Paranal y Chajnantor. En Paranal, ESO opera el Very Large Telescope junto con su interferómetro VLTI (Very Large Telescope Interferometer), y telescopios de rastreo como VISTA. También en Paranal, ESO albergará y operará el Cherenkov Telescope Array South, el observatorio de rayos gamma más grande y sensible del mundo. En Chajnantor, junto con socios internacionales, ESO opera ALMA, una instalación que observa los cielos en el rango milimétrico y submilimétrico. En Cerro Armazones, cerca de Paranal, estamos construyendo "el ojo más grande del mundo para mirar el cielo": el Telescopio Extremadamente Grande de ESO (ELT, Extremely Large Telescope). Desde nuestras oficinas en Santiago (Chile), apoyamos el desarrollo de nuestras operaciones en el país y nos comprometemos con los socios chilenos y con la sociedad chilena.
Las traducciones de las notas de prensa de ESO las llevan a cabo miembros de la Red de Divulgación de la Ciencia de ESO (ESON por sus siglas en inglés), que incluye a expertos en divulgación y comunicadores científicos de todos los países miembros de ESO y de otras naciones.
El nodo español de la red ESON está representado por J. Miguel Mas Hesse y Natalia Ruiz Zelmanovitch.
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Más información: https://www.niusdiario.es/ciencia-y-tecnologia/ciencia/20230503/observan-como-estrella-traga-planeta-destino-final-tierra_18_09421796.html
3 de Mayo de 2023
Utilizando el Very Large Telescope (VLT) de ESO, un equipo de investigadoras e investigadores ha detectado, por primera vez, las huellas dejadas por la explosión de las primeras estrellas del universo. Han detectado tres nubes de gas distantes cuya composición química coincide con lo que esperamos de las primeras explosiones estelares. Estos hallazgos nos ayudan a comprender un poco más acerca de la naturaleza de las primeras estrellas que se formaron después del Big Bang.
"Por primera vez, hemos podido identificar los rastros químicos de las explosiones de las primeras estrellas en nubes de gas muy distantes", afirma Andrea Saccardi, estudiante de doctorado en el Observatorio de París - PSL, quien dirigió este estudio durante su tesis de master en la Universidad de Florencia.
La comunidad investigadora cree que las primeras estrellas que se formaron en el universo eran muy diferentes a las que vemos hoy. Cuando aparecieron, hace 13.500 millones de años, contenían solo hidrógeno y helio, los elementos químicos más simples de la naturaleza [1]. Estas estrellas, que se cree que son decenas o cientos de veces más masivas que nuestro Sol, murieron rápidamente a través de potentes explosiones conocidas como supernovas, enriqueciendo por primera vez el gas circundante con elementos más pesados. Las generaciones posteriores de estrellas nacieron de ese gas enriquecido y, a su vez, expulsaron elementos más pesados a medida que también morían. Pero las primeras estrellas ya no están, entonces, ¿cómo pueden la comunidad científica saber más sobre ellas? "Las estrellas primordiales pueden estudiarse indirectamente detectando los elementos químicos que dispersaron en su entorno después de su muerte", dice Stefania Salvadori, profesora asociada de la Universidad de Florencia y coautora del estudio publicado hoy en la revista Astrophysical Journal.
Utilizando datos tomados con el VLT de ESO, en Chile, el equipo encontró tres nubes de gas muy distantes, vistas cuando el universo tenía solo el 10-15% de su edad actual, y con una huella química que coincide con lo que esperamos de las explosiones de las primeras estrellas. Dependiendo de la masa de estas primeras estrellas y de la energía de sus explosiones, estas primeras supernovas liberaron diferentes elementos químicos como carbono, oxígeno y magnesio, que están presentes en las capas externas de las estrellas. Pero algunas de estas explosiones no fueron lo suficientemente energéticas como para expulsar elementos más pesados como el hierro, que se encuentra solo en los núcleos de las estrellas. Para buscar el signo revelador de estas primeras estrellas que explotaron como supernovas de baja energía, el equipo buscó nubes de gas distantes pobres en hierro, pero ricas en otros elementos. Y encontraron precisamente eso, tres nubes lejanas en el universo temprano con muy poco hierro pero mucho carbono y otros elementos: la huella dactilar de las explosiones de las primeras estrellas.
Esta peculiar composición química también se ha observado en muchas estrellas viejas de nuestra propia galaxia, que los investigadores consideran estrellas de segunda generación que se formaron directamente a partir de las "cenizas" de las primeras. Este nuevo estudio ha encontrado estas cenizas en el universo temprano, agregando así una pieza que faltaba en este rompecabezas. "Nuestro descubrimiento abre nuevas vías para estudiar indirectamente la naturaleza de las primeras estrellas, complementando del todo los estudios de estrellas en nuestra galaxia", explica Salvadori.
Para detectar y estudiar estas nubes de gas distantes, el equipo utilizó balizas de luz conocidas como cuásares, fuentes muy brillantes alimentadas por agujeros negros supermasivos en los centros de galaxias lejanas. A medida que la luz de un cuásar viaja a través del universo, pasa a través de nubes de gas donde diferentes elementos químicos dejan una huella en la luz.
Para encontrar estas huellas químicas, el equipo analizó datos sobre varios cuásares observados con el instrumento X-shooter en el VLT de ESO. X-shooter divide la luz en una gama extremadamente amplia de longitudes de onda o colores, lo que lo convierte en un instrumento único con el que identificar muchos elementos químicos diferentes en estas nubes distantes.
Este estudio abre nuevas ventanas para telescopios e instrumentos de próxima generación, como el próximo Extremely Large Telescope (ELT) de ESO y su espectrógrafo Echelle de alta resolución ANDES (ArmazoNes high Dispersion Echelle Spectrograph). "Con ANDES en el ELT podremos estudiar muchas de estas raras nubes de gas con mayor detalle, y finalmente podremos descubrir la misteriosa naturaleza de las primeras estrellas", concluye Valentina D'Odorico, investigadora del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia y coautora del estudio.
Este trabajo de investigación se ha presentado en un artículo científico publicado en la revista Astrophysical Journal (doi: 10.3847/1538-4357/acc39f).
El equipo está formado por Andrea Saccardi (GEPI, Observatorio de París, Universidad PSL, CNRS, Francia; Departamento de Física y Astronomía, Universidad de Florencia, Italia [UFlorence]); Stefania Salvadori (UFlorence; INAF – Observatorio Astrofísico de Arcetri, Italia); Valentina D’Odorico (Escuela Normal Superior, Italia; INAF – Observatorio Astrofísico de Trieste, Italia [INAF Trieste]; IFPU – Instituto para la Física fundamental del Universo, Italia [IFPU]); Guido Cupani (INAF Trieste; IFPU); Michele Fumagalli (Departamento de Física G. Occhialini, Universidad de Milano Bicocca, Italia; INAF Trieste); Trystyn A. M. Berg (Departamento de Física G. Occhialini, Universidad de Milano Bicocca, Italia); George D. Becker (Departamento de Física & Astronomía, Universidad de California, EE.UU.); Sara Ellison (Departamento de Física & Astronomía, Universidad de Victoria, Canadá); Sebastián López (Departamento de Astronomía, Universidad de Chile, Chile).
El Observatorio Europeo Austral (ESO) pone a disposición de la comunidad científica mundial los medios necesarios para desvelar los secretos del Universo en beneficio de todos. Diseñamos, construimos y operamos observatorios de vanguardia basados en tierra -utilizados por la comunidad astronómica para abordar preguntas emocionantes y difundir la fascinación por la astronomía- y promovemos la colaboración internacional en astronomía. Establecida como organización intergubernamental en 1962, hoy ESO cuenta con el apoyo de 16 Estados Miembros (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza), junto con Chile, país anfitrión, y con Australia como socio estratégico. La sede de ESO y su planetario y centro de visitantes, el ESO Supernova, se encuentran cerca de Múnich (Alemania), mientras que el desierto chileno de Atacama, un lugar maravilloso con condiciones únicas para observar el cielo, alberga nuestros telescopios. ESO opera tres sitios de observación: La Silla, Paranal y Chajnantor. En Paranal, ESO opera el Very Large Telescope junto con su interferómetro VLTI (Very Large Telescope Interferometer), y telescopios de rastreo como VISTA. También en Paranal, ESO albergará y operará el Cherenkov Telescope Array South, el observatorio de rayos gamma más grande y sensible del mundo. En Chajnantor, junto con socios internacionales, ESO opera ALMA, una instalación que observa los cielos en el rango milimétrico y submilimétrico. En Cerro Armazones, cerca de Paranal, estamos construyendo "el ojo más grande del mundo para mirar el cielo": el Telescopio Extremadamente Grande de ESO (ELT, Extremely Large Telescope). Desde nuestras oficinas en Santiago (Chile), apoyamos el desarrollo de nuestras operaciones en el país y nos comprometemos con los socios chilenos y con la sociedad chilena.
Las traducciones de las notas de prensa de ESO las llevan a cabo miembros de la Red de Divulgación de la Ciencia de ESO (ESON por sus siglas en inglés), que incluye a expertos en divulgación y comunicadores científicos de todos los países miembros de ESO y de otras naciones.
El nodo español de la red ESON está representado por J. Miguel Mas Hesse y Natalia Ruiz Zelmanovitch.